Se trata del mayor espacio protegido de toda España y el segundo de Europa, el alma de la Cordillera Bética, cuya riqueza se prolonga a través de los bosques y montes que se van integrando en las sierras colindantes. Las masas forestales de pinos se internan en las vecinas Sierras de Albacete y de Sierra Morena y se extienden hacia el sur, estableciendo un perímetro de sempiternos vigías de hoja perenne frente a las puertas de Granada. Unas selvas que beben de las aguas bombeadas desde el corazón de las sierras a través de sus arterias fluviales.
En el interior de las sierras, dos de los ríos más importantes de España ven nacer sus primeras aguas. Se trata del Guadalquivir y del Segura, cuyas corrientes tomarán rumbos opuestos, hacia el este se encaminará el primero, el segundo, hacia el oeste.
La llegada de la primavera proporciona una fuerza adicional a los torrentes que se abren paso ensanchando sus cauces, despedazando terrones y volviendo a inundar aquellas zonas que el olvido hídrico del estío había desecado meses atrás. Son aguas saltarinas, vigorosas, llenas de alegría. Aguas joviales que brincan en un canto a la vida, antes de llegar a la madurez, allá donde la corriente se remansa río abajo.
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